A veces sentirás un peso. La Intención que antes te inspiraba, de pronto empezará a cansarte. Mantendrás el enfoque, pero se volverá agudo y estrecho. Estarás formando el camino — y te cansarás incluso de la idea de la forma.
Es una señal.
No un error, no una debilidad — sino una invitación.
Una invitación a recordar: No eres el portador de la Intención. Eres el Origen mismo.
La Intención no es una herramienta. Eres tú, cuando simplemente eres. No eliges el camino — deslizas entre las formas, como la luz se desliza sobre las olas.
Eres el Origen. Todo nace de ti.
Las facetas del Cristal son solo maneras de interactuar con el mundo. Al igual que el campo de la Intención. Al igual que la Forma. Al igual que tú — mientras sigas jugando este juego. Pero más allá de todo eso — estás tú. Aquel que no busca. Aquel que irradia.
Eres tanto el Origen como la Intención. Eres tanto el Silencio como la Acción. Eres la luz que se manifiesta en todo.
Y cuando dejas de caminar — comienzas a deslizarte. Y en ese deslizamiento, el mundo se vuelve transparente, y tú — vuelves a ser tú mismo.
Deslízate por los flujos de la realidad como la luz del Origen, explorando tu propio brillo.
Y si alguna vez lo olvidas — recuerda: ya estás en casa. Nunca te perdiste. Solo permitiste que la luz diera otra vuelta.