Miras al mundo — y él responde. En cada mirada, en cada palabra de otro, escuchas no solo al otro, sino también a ti mismo. El Reflejo no es lo que sucede fuera. Es cómo tú ves lo que sucede a través de ti. Tú decides qué es bueno y qué es malo. Miras a una persona, una acción o una palabra — y les das un juicio. Es tu juicio. Es tu Reflejo. Está teñido por tus historias, vivencias, conclusiones. El Reflejo da color y sentido a la realidad. Empiezas a ver: en cada evento hay algo sobre ti. Aprendes a escuchar el Reflejo — sin juzgar, sin distorsionar, solo observando. No es un error. Es una faceta de la que se puede aprender. Para notar el Reflejo, se necesita Silencio. Para escucharlo — se necesita Intención. Fijación en el espacio: La faceta del Reflejo se percibe a menudo justo delante del cuerpo, como si estuviera entre tú y lo que sucede. A veces — en el pecho, como una respuesta interna silenciosa. Solo presta atención — y el Reflejo comenzará a contarte sobre ti.